La artroscopia de tobillo es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva que permite ver y trabajar directamente en el interior de la articulación, sin necesidad de abrirla, gracias a una diminuta cámara. Sólo se realizan pequeñas incisiones o cortes en la piel de un centímetro aproximadamente. La artroscopia de tobillo se aplica en casos de limpieza articular y extracción de cuerpos libres, u otros tratamientos, como el de la osteocondritis. Se realiza normalmente bajo anestesia general.
La artroscopia de tobillo se puede realizar por alguno de los siguientes problemas:
Durante el procedimiento, el cirujano introduce un artroscopio en el tobillo mediante una pequeña incisión. El artroscopio está conectado al monitor de vídeo, y esto le permite al cirujano ver el interior del tobillo. Una vez que el aparato está dentro, empieza a inspeccionar los tejidos del tobillo (cartílagos, huesos, tendones, etc) y los que estén dañados los repara. Esto se realiza gracias a varias incisiones pequeñas a través de las cuales se introducen las demás herramientas. Es posible que si la patología es muy grave, se necesite una cirugía abierta. Con este tipo de cirugía la incisión es mayor, pero el cirujano puede acceder directamente a los huesos y tejidos que estén dañados y verlos claramente.
La artroscopia de tobillo es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva
Durante las 2 semanas previas a la cirugía, el especialista puede solicitarle una serie de requisitos al paciente, como por ejemplo:
El día de la cirugía, el paciente tendrá que seguir los siguientes procedimientos:
Después de la intervención, se recomienda una semana de reposo y aplicación de hielo para evitar la inflamación. Es posible que el paciente también deba hacer rehabilitación mediante ejercicios específicos dirigidos por un fisioterapeuta, drenaje linfático y otras técnicas para potenciar la movilidad del tobillo.